La Wachina, mujer sabia del Pueblo Miskitu

30 de junio de 2021

Una buena Miskita, siempre regresa a donde está su ombligo sembrado”

  • Por dra. Myrna Cunninghan, Presidenta del Consejo Directivo del FILAC

El 25 de mayo del 2021, a pleno medio día, en su humilde champita en la hermosa playa del Wangky que heredó de sus ancestros, la Wachina inició su viaje a la otra dimensión; su cuerpo estaba en los brazos de su hijo, pero a ella, la vieron en Wangki maya navegando los cielos en el pipante con Prahaku; pasó por Waspam- Wangki Awala Kupia- descendiendo al río con Liwa Mairin, pasó corriendo por los bosques de Wangki Lih Aubra con el Duhindu, decidió descansar y saludar a  Unta Dukia en Suhi,y cayó rendida a los pies de su Yulu predilecto, “allá por Labina Pri”.

Unos días después, la vio Cesarin- Limy Sixa,  “en mi sueño”, “vi como se desprendió de su enclenque cuerpo mortal. Entendí. Vi la bolsita de maya repleta de chibolas, que me llevaste el día que te conocí, volví a sentir la inmensa alegría por conocerte… Vi como mis orígenes fluían y se mezclaban con los restos de mis ancestros, mi sangre mezclada y vuelta a mezclar, contigo, mi abuelita.  Me recordaste mi papel como herencia oral de lo que hemos sido, somos, seremos. Me recordaste que  Yang Wangky lujpia´sna… Wachina mulika!–  que “Yo soy hijo del Wangki”, soy nieto de la Wachina.”

La Wachina, era una mujer sabia de mi Pueblo, del Pueblo Miskitu.  Una mujer excepcional: Sukia, se comunicaba con los espíritus, platicaban sobre el futuro, ella miraba y contaba sobre el futuro. Por eso la buscaban de muchos sitios. Muchos le temían por la veracidad de sus poderes. Fue una campeona defensora de los derechos de las mujeres y de los pueblos indígenas, valoraba muy importante el trabajo de lucha contra las violencias que sufren las mujeres y niñas, puesto que también sufrió abusos a edad temprana, lo cual contribuyó a que se retirara de la escuela muy pronto; la recuerdan en su familia como alguien que “siempre dijo las cosas sin reservarse lo que pensaba, y a pesar de la edad que alcanzó, nunca se negó al amor, sin temor al qué dirán, a los prejuicios”.  La Wachina era una leyenda, por ser simplemente ella.

Cuando regresé al Wangki después de estudiar medicina en 1973, fui a trabajar al Hospital de Bilwaskarma, era el único hospital. Muy pronto me di cuenta que lo que había aprendido en la universidad no me alcanzaba para prestar servicio en las comunidades. Me faltaban muchos conocimientos. Y me vi obligada a buscar a las y los sabios de mi pueblo para trabajar juntos.

Así conocí a la Wachina.  Fue una maestra, especialmente por la humildad para compartir tanto conocimiento acumulado: era partera, especialista en la cura de la lepra de montaña. Junto a ella y otros sabios miskitus conocí al Grisi Signis. Me costó mucho entenderle a esa enfermedad Miskitu, en la cual los espíritus juegan un papel tan importante.  Obviamente el don de comunicarse con los espíritus que tenía Wachina, le daba poderes especiales.

La Wachina nació el 2 de junio de 1937, en la comunidad de Suhi (Piedra de limar). Como había que bautizar a las y los recién nacidos y ponerle un nombre “cristiano”, a ella le pusieron Cleotilde Coleman Martínez, aunque siempre fue conocida solo como la Wachina.

Según Cesarin, su nieto, su nombre se debe a los ojos de víbora”, la tez blanca, el cuerpo diminuto, y tan ágil como un mono para subir árboles: características que le dieron el nombre “Waklina”. Waklin es la palabra en miskitu que se refiere al mono cara blanca, y por cuestiones de pronunciación al pasar el tiempo, quedó como Wachina”.

A los miembros de su generación del Wangki, les correspondió desplazarse dos veces. La primera fue por la guerra de Mokoron, que inició en mayo de 1957 entre Nicaragua y Honduras, por la Moskitia, que era territorio en litigio después de crearse las repúblicas.

El gobierno de Honduras decretó el 21 de febrero de 1957 la creación de un departamento, denominado “Gracias a Dios” y situó los límites hasta el Rio Wangki, dividiendo a la Moskitia.  En marzo del  mismo año,  ambos gobiernos movilizaron tropas a Mokorón  y, tuvieron un enfrentamiento el 30 de abril de 1957.

El caso fue presentado ante la Corte Internacional de Justicia y el 18 de noviembre de 1960, la CIJ confirmó el laudo del rey de España, del año 1906, dándole la razón a Honduras, y confirmando la plena soberanía de Honduras sobre el territorio en litigio. El Pueblo Miskitu quedó dividido, debiendo optar por ser de nacionalidad nicaragüense u hondureña.

A la familia de la Wachina le toco nuevamente volver a desplazarse en los años 80´s. La guerra contrarrevolucionaria utilizó la frontera del Wangki nuevamente como zona de guerra. Las comunidades fueron desplazadas por el Gobierno de Nicaragua para evitar mas víctimas y, una parte se fue para Honduras.  Hasta que avanzó el proceso de paz y el establecimiento del régimen de autonomía de Pueblos Indígenas y comunidades étnicas de las regiones autónomas regresaron.  En 1987, reinició el retorno desde los campamentos de Tasba Pri en Nicaragua, y la repatriación de hermanos y hermanas indígenas desde Honduras. En 1990 se establecieron los gobiernos regionales autónomos y comenzó una nueva etapa de consolidación de la paz en el Wangki. La Wachina siempre regresó a su comunidad de origen, porque como ella decía, “una buena Miskita, siempre regresa a donde está su ombligo sembrado, “anira kluam swiram.”

En el Wangki recuerdan a la Wachina como la viejecita de Labina Pri que resguardaba a los aventureros y a los viajeros con un plato de comida, una taza de café caliente, un buen vaso de chicha, pero sobre todo una divertida y amena plática que podría posponerse hasta el alba, a pesar de las inclemencias del clima y los peligros de la noche, navegando por el inmenso Wangky.

Otro cambio que vivió la generación de Wachina fue precisamente el reconocimiento de la medicina tradicional en el sistema nacional de salud de Nicaragua. La Ley de Autonomía, la Ley General y la Política Nacional de Salud, permitieron la adopción de Modelos de Salud interculturales que tienen como principios la integralidad, reciprocidad, interculturalidad, atención diferenciada, equidad, calidad y acceso equitativo a los recursos. Ahora, las parteras, curanderos, sukias forman parte de los equipos de salud comunitarios junto al personal del Ministerio de Salud.

Estos derechos se amplían a Pueblos indígenas y afro descendientes en el resto del país con Ley No. 759, Ley de Medicina Tradicional Ancestral de la Republica de Nicaragua que conceptualiza la Salud Propia de los pueblos indígenas, como “Los sistemas tradicionales propios de los pueblos indígenas de carácter espiritual integrados por los conocimientos y saberes ancestrales, que garantizan la vida plena y armónica sustentada en la cosmovisión de sus miembros”.

La herencia de sabias como la Wachina son las prácticas de salud intercultural, que promueven la relación horizontal y un diálogo de saberes en el marco de la armonía y del respeto, reciprocidad e igualdad entre los diversos conocimientos y prácticas de salud existentes. Con esos conocimientos estamos enriqueciendo los saberes para alcanzar la   plenitud y armonía de la vida de los Pueblos y Comunidades Indígenas y afrodescendientes de nuestro país.

Las enseñanzas y la herencia de la Wachina, nos hacen recordar junto a su familia, la sensación de dolor generadas por piedras al caminar descalzos en la playa; duelen los recuerdos por la ausencia física, pero al irlas acumulando, vamos construyendo entre generaciones el camino de la paz y la autonomía.

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