COLOMBIA, Dic 11 (FILAC) – El Cabildo Indígena Siona Jai Ziaya Bain o la “gente de río grande” en el departamento de Putumayo, fue conformado en la década de los anos noventas por familias que fueron desplazadas por el conflicto armado que afecto a los municipios de Puerto Asís y Leguízamo. Salir de sus territorios fue doloroso, pero lo convirtieron en una oportunidad para preservar, recuperar, proteger y fortalecer su cultura.
“Desde la salida del territorio, nos encontramos ante difíciles condiciones de vida, que no nos permitían poner en práctica nuestros usos y costumbres, nos organizamos para continuar con nuestra cultura, fortalecer la identidad, la cosmovisión y el modo de vida que nos enseñaron los abuelos y las abuelas”, reflexionó la comunidad.
Para revitalizar la lengua Mai Coca un grupo de jóvenes del Pueblo Indígena Zio Bain o Siona, desarrollaron la iniciativa “Cantamos para recuperar el Mai Coca”, con el objetivo de incentivar el aprendizaje oral de su lengua materna.
De acuerdo al ministerio de educación de Colombia, unas 47 personas en su mayoría adultos mayores son hablantes de Mai Coca en el departamento de Putumayo, fronterizo con Ecuador.
“En el caso particular de Jai Ziaya Bain, contamos con unos pocos hablantes de Mai Coca, entre ellos el Taita Arístides Piaguaje y la abuela María Luz Bery Piaguaje, pero se ha cortado el proceso de trasmisión entre mayores, jóvenes y niños”, señaló Víctor Narváez, integrante del cabildo.
Los conocimientos de la lengua son transmitidos a través de la oralidad, cada una de las historias, los cantos, ritos y tradiciones han sido documentados por la iniciativa que tomo en cuenta todos los elementos interculturales para la composición de dos melodías en la lengua Mai Coca.
“Tenemos un médico tradicional con su propia “casa de remedio” en donde realiza ceremonias del sagrado Yagé, que es uno de los pilares de nuestra cultura y nos ayuda a fortalecernos y sanar los procesos que hemos vivido” expresó Narváez.
Un cancionero inspirado en la ceremonia ancestral del Yagé
Los Pueblos Indígenas Inga, Kamentsá, Kofán, Siona y Koreguaje del Putumayo reconocen al Yagé, preparado a partir de plantas medicinales, como la base de su medicina tradicional. Las ceremonias de ingesta de esta bebida sagrada se llevan a cabo para la sanación física, mental y espiritual, así como para encontrar respuestas o guías para la toma de decisiones significativas para la comunidad.
El Cabildo Indígena Siona Jai Ziaya Bain realizó ceremonias con Yagé para conectar con sus ancestros y obtener la sabiduría para la composición de un cancionero basado en sus historias, ritos, identidad y simbolismos.
“Nos reunimos hicimos varias tomas de remedios de yagé entonces los abuelos se conectaban a los ancestros y les comentamos la intención de hacer esas canciones, dar la autorización, porque acá todo proyecto o consultar cualquier acción es consultada con los ancestros y sabedores que nos acompañan siempre”, expresó Narváez.
Cada una de las ceremonias fue preparada por las abuelas y abuelos hablantes del Cabildo, al finalizar se plasmaron las visiones y se compusieron dos canciones que relatan los conocimientos recibidos por el Yagé.
“Fueron historias nuevas que por medio del remedio se realizaron con la toma del abuelo Victoriano queríamos hacer nuestro recorrido porque nosotros estamos en un Cabildo que no es nuestro territorio ancestral y contar por medio de las canciones el desplazamiento que hemos tenido y algunas abuelas se ponen a llorar porque es como recordar que no estamos en nuestros territorios”, dijo Narváez.
Un cabildo en resiliencia
El Cabildo Indígena Siona Jai Ziaya Bain ubicado en la vereda Anamu, municipio de Mocoa, Putumayo, esta conformada por aproximadamente 54 familias y 183 personas.
De acuerdo al reglamento interno del cabildo, las familias son nativas del departamento del Putumayo. Sus ancestros recorrieron y vivieron en un amplio territorio y especialmente las riberas del Río Putumayo en Colombia, Ecuador y Perú, y por vía terrestre por las cordilleras de Putumayo, Cauca y Nariño, en esos recorridos fueron compartiendo conocimientos y procesos con otros Pueblos Indígenas.
“La experiencia de la iniciativa se enfatizó en pensar porque estamos aquí en una montaña que no es nuestro sitio de origen y celebrar como nuestros abuelos nos dejaron las enseñanzas la toma de la chica, la reunión en familia, danzar, bailar, para recordarles”, comentó Narváez.
Los Zio Bain fueron presionados por los procesos de colonización, extracción de quina, quinina, pieles, madera y caucho. Se abrieron vías de acceso terrestre que conllevaron la colonización, invasión y desalojo de sus territorios. Posteriormente sufrieron por la exploración y explotación de hidrocarburos, la proliferación de cultivos ilícitos, narcotráfico, la llegada de multinacionales y grupos armados, con lo cual se agudizó la violencia y su desplazamiento forzado.
Tres décadas después, el Cabildo ha pervivido y fortalecido su identidad ancestral, su lengua lengua materna con un alfabeto que han conservado a través del tiempo.
Un estudio musical en medio de la naturaleza
Cada sábado y domingo una veintena de niñas, niños, jóvenes, abuelas y abuelos se reunían para componer, aprender y ensayar las canciones que son el fruto del trabajo colectivo y comunitario del Cabildo.
“Son unas personas muy nobles, hacen las cosas con gusto, al principio fue difícil trabajar porque eran muy tímidos y más adelante hablaban, daban ideas, me preguntaban ‘qué le parece si hacemos esto, esto suena así’, fue muy bonito”, expresó Narváez
Para grabar la ejecución de los instrumentos y la melodía, organizaron un estudio en medio de la naturaleza que rodea al Cabildo. Quisieron que las canciones reflejaran el entorno real en donde viven, los arrullos del viento, el agua corriendo y el vaivén de las ramas de los arboles quedaron plasmados en las primeras canciones compuestas con estas características por la comunidad.
La implementación de la iniciativa fue apoyada por el Fondo Qhapaq Ñan es impulsado por el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe – (FILAC), junto a la Red de Jóvenes Indígenas, y es financiado por las Fundaciones Pawanka y Ford.
La iniciativa contribuyó a que aumentara el sentido de orgullo de la niñez y juventud por sus raises, historia y prácticas, consideran que la identidad de la comunidad y el aprendizaje del Mai Coca se fortaleció y están dispuestos a continuar con su labor de revitalización.
“Los niños no incluían el traje en los ensayos de la danza, al ver que nosotros como jóvenes lo utilizamos sin vergüenza, ellos también ya venían con el traje puesto. Lo ven como algo positivo, el abuelo nos decía: ‘los blancos quieren ser indios y los indios quieren ser blancos’, ahora, estamos cambiando la mentalidad de que lo indígena es vergonzoso”, concluyó Narváez.