BOLIVIA, Jul 02, (FILAC) – En el corazón del Parque Nacional Madidi, a solamente 45 minutos en bote desde la ciudad de Rurrenabaque, Bolivia, se encuentra San Miguel del Bala, una comunidad indígena Tacana decidida a revitalizar y enriquecer su herencia cultural.
Situada entre los majestuosos ríos Beni y Tuichi y rodeada por la exuberante selva amazónica boliviana, esta comunidad ha emprendido una iniciativa pionera: crear una cabaña de turismo comunitario regenerativo.
Esta iniciativa no solo tiene como objetivo fomentar el turismo, sino también impulsar la economía de los jóvenes, mujeres y hombres indígenas de la comunidad. Además, busca fortalecer la formación en conocimientos ancestrales de medicina natural y espiritual, contribuyendo así a la revitalización de la identidad cultural en los jóvenes y preparándolos para ser guías de turismo comunitario.
La implementación de esta iniciativa está a cargo de la Comunidad Indígena Tacana San Miguel, en colaboración con sabias y sabios de la comunidad de San Miguel del Bala, la Asociación de Turismo Comunitario, el Consejo Indígena del Pueblo Tacana y el Instituto de Lengua Tacana.
Todo ello forma parte del Curso: “Fortalecimiento de capacidades para la Defensa Territorial y Gestión Ambiental Sostenible para Jóvenes Indígenas de la Amazonía”, enmarcado en el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC), en colaboración con Conservación Internacional (CI), el gobierno de Francia, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA).
San Miguel del Bala, un tesoro cultural en la selva amazónica
San Miguel del Bala es un pequeño pueblo de Bolivia ubicado al sur de Rurrenabaque. Es una comunidad indígena Tacana conformada por 32 familias con un total de 216 habitantes. El pueblo está situado en la selva amazónica, dentro del municipio de San Buenaventura en el departamento de La Paz, en la margen occidental del río Beni. Esta comunidad es reconocida por su dedicación al ecoturismo y la preservación de la biodiversidad de la región.
Su territorio alberga una gran variedad de flora y fauna y está habitado por el pueblo indígena Tacana, una comunidad histórica con profundas raíces en la cultura Tacana. Durante siglos, este pueblo ha habitado la extensa selva amazónica de Madidi. A lo largo de su historia, los Tacana han resistido las invasiones incas y coloniales, utilizando recursos para adaptarse a las circunstancias cambiantes y salvaguardar su identidad y su entorno natural.
San Miguel del Bala se destaca por su rica biodiversidad y su profundo respeto por la naturaleza. “Los visitantes pueden explorar senderos de plantas medicinales, donde existen más de 100 especies”, expreso Yamil Nay Vargas, responsable de la implementación de la iniciativa. Añadió, que también la comunidad ofrece la oportunidad de recorrer el imponente Cañón del Bala y conocer la historia y la vida cotidiana del pueblo tacana.
Esta comunidad, compuesta por más de 35 familias originarias del pueblo tacana, se encuentra en una de las regiones más ricas y biodiversas del mundo. Desde su establecimiento, ha mantenido una organización social comunitaria, preservando sus características culturales y su dialecto. Su estilo de vida se basa en una convivencia armónica con la naturaleza, lo que les ha permitido conservar sus costumbres y tradiciones de manera intacta.
Además de su trabajo en el turismo, los miembros de esta comunidad se dedican primordialmente a la pesca, cacería controlada, agricultura, producción de medicinas naturales y artesanías.
El turismo comunitario como respuesta vital para disminuir la migración
La economía de la comunidad Tacana San Miguel ha experimentado importantes transformaciones en los últimos tiempos, producto de factores como la crisis sanitaria del Covid-19 y el actual proceso de reactivación económica. En este contexto, el turismo comunitario se destaca como una fuente fundamental de ingresos para nuestra comunidad.
Sin embargo, es preciso reconocer que la falta de oportunidades y capacitación adecuada ha dejado a muchos jóvenes bachilleres en una situación precaria, sin perspectivas claras de futuro y enfrentándose a la posibilidad de tener que migrar a otras regiones del país en busca de empleo. Lamentablemente, esta realidad ha impulsado a algunos a involucrarse en actividades desesperadas y peligrosas, como la minería ilegal, la caza furtiva e incluso la trata de personas, exacerbando aún más la vulnerabilidad de nuestra comunidad.
Según Yamil Nay Vargas, responsable de la implementación de la iniciativa señaló que “es muy importante recalcar que algunos jóvenes salen de la comunidad porque no hay actividades. Tienen que migrar a otros lugares buscando oportunidades en diferentes actividades y este hecho es lamentable. De mi generación, hemos salido 10 jóvenes de la promoción y solo 2 o 3 estamos en la comunidad”.
De acuerdo con el segundo informe regional sobre la implementación del Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo, América Latina y el Caribe tenía en 2020 una población migrante de alrededor de 43 millones de personas, lo que representa alrededor de un 15% de los 281 millones de personas migrantes a nivel mundial.
“La migración de los jóvenes ha sido pues una respuesta a la situación actual, ahora se escucha la explotación de oro en rio arriba en Mapiri y Guanay, lugares distantes de nuestra comunidad, habiendo la disminución en el turismo debido a la pandemia ha aumentado la necesidad de buscar otras fuentes de ingresos llevando a mucho a migrar hacia esas áreas”, dijo Nay.
Nay añadió que es importante reconocer que la minería no es una solución sostenible, “Está afectando nuestra calidad de vida de manera significativa. A pesar de ello, son pocos los jóvenes que optan por regresar al turismo, una actividad que siempre ha sido parte de nuestra identidad cultural, enriqueciendo nuestras vidas y la de nuestra comunidad”, dijo.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), durante el período comprendido entre 2013 y 2021, se exportaron un total de 259 toneladas de oro de Bolivia, con un valor aproximado de 10.915 millones de dólares. Cabe destacar que ocho de los nueve departamentos del país han contribuido a esta producción de oro.
Frente a esta problemática, se ha puesto en marcha una iniciativa innovadora y sostenible a largo plazo con la creación de una “Cabaña de Turismo Comunitario Regenerativo”. Esta no solo servirá como una fuente de ingresos, sino también como un centro de capacitación y revitalización de la identidad cultural para las juventudes, así como para los hombres y mujeres de la comunidad.
Construcción de una cabaña de turismo comunitario regenerativo
Yamil, en su rol de líder de la comunidad, ha compartido entusiastamente los detalles de la construcción de la Cabaña de Turismo Comunitario Regenerativo. Destaca especialmente la utilización de materiales típicos y tradicionales de la zona, como la madera local, en particular el machimbre.
Además, ha enfatizado en la activa colaboración de alrededor de 30 miembros de la comunidad en esta iniciativa. Juntos, han trabajado arduamente para hacer realidad la creación de esta cabaña. En palabras del líder: “Hemos creado un espacio donde hombres y mujeres han unido sus esfuerzos para alcanzar el bienestar común de nuestra comunidad”.
Yamil también ha señalado que esta iniciativa surge como respuesta a los desafíos presentados por la pandemia de Covid-19 y la incertidumbre que ha generado sobre el futuro. Con la construcción de esta cabaña, concebida en el periodo posterior a la pandemia, no solo se busca proteger la salud de la comunidad a través de la medicina tradicional y espiritual, sino también impulsar su economía.
La cabaña contará con una sauna medicinal y amagueros preparados por los ancestros, especialmente con las plantas cedrón y toronjil que tienen propiedades calmantes para combatir los nervios, el estrés y la falta de sueño. Los sabios y sabias de San Miguel del Bala juegan un papel crucial en la preservación y transmisión de conocimientos ancestrales. Por esta razón, en el marco de esta iniciativa se han llevado a cabo charlas junto a las juventudes para asegurar que las nuevas generaciones mantengan viva la herencia cultural de su pueblo.
En un momento de reflexión, Yamil recordó con cariño su infancia y cómo sus padres ejercían roles de liderazgo y trabajaban juntos en la comunidad. “Mis padres eran autoridades y colaboraban en equipo. Es maravilloso ver cómo nosotros, los jóvenes, podemos continuar su legado o incluso mejorarlo. La unión hace la fuerza”, expresó.
Hoy, como joven, siente una profunda gratitud y responsabilidad al seguir los pasos de sus padres y contribuir al progreso de su pueblo. En sus últimas palabras, Yamil celebró el poder de la colaboración y la unidad en la comunidad, reconociendo que juntos pueden lograr grandes cosas.
Turismo regenerativo y desarrollo económico
“El turismo nunca se acaba. Al trabajar en turismo, estamos manteniendo el bosque y preservando la vida, no solo de los seres humanos, sino también la de los animales. La migración de jóvenes se debe a la falta de oportunidades económicas y el turismo es la mejor forma de lograr sostenibilidad tanto ambiental como económica, así como para proteger el bosque amazónico”, dijo Yamil.
De acuerdo con el INE, en el primer trimestre de 2024, la población ocupada en las áreas urbanas de Bolivia alcanzó la suma de 4 millones 641 mil personas. Más del 59,4% de este número se dedica principalmente a cuatro actividades económicas. En primer lugar, se encuentra el comercio, liderando con un 24%, equivalente a aproximadamente 1 millón 112 mil personas. En segundo lugar, se encuentra la industria manufacturera con un 15% cerca de 694 mil personas. Las actividades de alojamiento y comida ocupan el tercer puesto con un 11,3%, alrededor de 523 mil personas y el transporte y almacenamiento ocupa el cuarto lugar con un 9,2%, aproximadamente 427 mil personas.
“El turismo que ofrecemos es único en el mundo porque tratamos a cada visitante que nunca hemos visto en nuestra vida con amabilidad. Un tío solía decir que los indígenas somos los psicólogos; tenemos un don para conectarnos con la gente y tratamos a los turistas de la mejor manera posible”, exclamó.
El empleo generado por el turismo comunitario regenerativo es vital para evitar la migración de nuestra gente. Cada grupo de turistas trae consigo oportunidades de empleo para cocineras, guías y ayudantes, lo que mantiene la economía dentro de la comunidad. “Nuestro objetivo es que la economía local prospere y que los jóvenes no tengan que buscar oportunidades fuera”, señaló Yamil.
La juventud indígena es la fuerza impulsora del turismo comunitario regenerativo
Yamil enfatizó la importancia de la juventud como futuro de la comunidad. “A través de talleres en San Miguel, San Buenaventura y Rurrenabaque promovemos la conciencia ambiental y la justicia ecológica”, afirmó.
Como parte de esta iniciativa, se ha capacitado a 10 personas, entre jóvenes y mayores, para su inserción laboral. “Algunos sirven como prestadores de servicios, portamochilas o transporte. Nuestro objetivo es capacitarlos para que sean guías turísticos y potenciar sus conocimientos sobre cultura y medicina”, según Yamil.
Nay agregó que el establecimiento del Parque Nacional Madidi en 1995 transformó nuestra forma de vida. Ahora comprenden que un árbol vivo tiene más valor que uno muerto, y que un animal vivo es crucial para el ecosistema.
En este contexto, Nay enfatiza la necesidad crucial de que los jóvenes adopten esta mentalidad y continúen nuestras tradiciones de manera sostenible. Si bien la caza es parte de sus costumbres, lo hacen de forma regulada y consciente con el medio ambiente.
Yamil también ofrece valiosos consejos a las generaciones más jóvenes: “Ten ideas y practica con tus abuelos y tíos. Sus conocimientos son invaluables para llevar a cabo proyectos como el que yo están realizando actualmente”, aconsejó.