ECUADOR, Jul 04, (FILAC) – El pueblo Shuar de Ecuador es una comunidad indígena con raíces profundas en la Amazonía. Se encuentra actualmente enfrentando desafíos significativos en la preservación de sus tradiciones y conocimientos ancestrales sobre el uso medicinal de las plantas, una herencia que está en riesgo de perderse.
A pesar de esto, durante la pandemia de Covid-19, los Shuar han demostrado una vez más su sabiduría ancestral y el valor de la medicina tradicional al utilizarla como un recurso invaluable en la lucha contra la crisis sanitaria. Esto es una demostración clara de la resiliencia y el poder de su herencia cultural en tiempos de adversidad.
“Aquí en Ecuador enfrentamos lo que fue el Covid-19 sin el apoyo de ningún ministerio del gobierno, y los médicos”, asevera Lelis Mirella Jindiachi Chumbia, responsable de la iniciativa “Implementación de Ajas Ancestrales con Plantas Medicinales en el Centro Shuar Mayaik, Cantón Tiwintza”.
Frente a esta situación, Lelis y el Pueblo Shuar Arutam, junto con la asociación y comunidad Mayaik decidieron implementar la iniciativa. Su objetivo primordial es preservar y fortalecer los conocimientos medicinales de los sabios y sabias de su comunidad, además de transmitirlos a las generaciones jóvenes y a la niñez. Esto asegurará su continuidad y nos permitirá satisfacer las necesidades tanto de la población Shuar como de la población en general.
La nacionalidad shuar, originaria de la Amazonía, posee una presencia binacional en Ecuador y Perú. En Ecuador, está ubicada en las provincias de Morona Santiago, Pastaza y Zamora Chinchipe, y cuenta con otros asentamientos en Sucumbíos y Orellana en la Amazonía, así como en la región litoral en Guayas y Esmeraldas. Se estima que su población asciende a 110,000 habitantes (1998), distribuidos en aproximadamente 668 comunidades. Su idioma es el Shuar-Chicham, de origen lingüístico jivaroano, al igual que las lenguas de los Shiwiar, Achuar, Wampis y Awajun.
Esta iniciativa también busca desarrollar nuevas alternativas para llevar productos elaborados con esencias y poderes curativos tradicionales a los hogares, con el propósito de no solo promover la salud de la comunidad, sino también impulsar la economía de los hogares involucrados. De esta manera, se busca no solo conservar una rica herencia cultural, sino también adaptarla y hacerla relevante en el contexto contemporáneo, demostrando que la sabiduría ancestral sigue siendo una fuente vital de bienestar y resiliencia.
Esta iniciativa está siendo implementada por la comunidad de San Juancito, con el apoyo de la asociación de grupos mancomunados de trabajo y la facultad integral Chiquitana, forma parte del Curso: “Fortalecimiento de capacidades para la Defensa Territorial y Gestión Ambiental Sostenible para Jóvenes Indígenas de la Amazonía”, enmarcado en el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC), en colaboración con Conservación Internacional (CI), el gobierno de Francia, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA).
La experiencia de implementar un proyecto transformador
La implementación de la iniciativa “Ajas ancestrales con plantas medicinales en el Centro Shuar Mayaik, cantón Tiwintza”, ha sido una experiencia verdaderamente transformadora y desafiante. Como joven activista, Lelis Jindiachi ha enfrentado diversos obstáculos y desafíos, pero también ha encontrado oportunidades inesperadas que le han permitido contribuir de manera significativa al bienestar de su comunidad. Esta exitosa implementación es un ejemplo tangible del poder de la perseverancia y dedicación en la lucha por el bienestar comunitario.
“Es difícil para nosotros, especialmente como jóvenes, porque sin importar nuestra profesión o nivel de educación, nos han cerrado de una u otra manera las puertas. No hay personas que nos representen adecuadamente, y nuestros dirigentes parecen estar más interesados en lucrar para ellos y no debe ser asíe”, dice Lelis.
Añade, que los fondos que llegan a las organizaciones deberían ser para el beneficio del pueblo, para las comunidades directamente, fue esta otras de las razones que la motivo a cursar el diplomado.” Como dice mi mamá, una gran fanática de lo espiritual, es por algo que pasan las cosas. Un día, mientras revisaba mis redes sociales, me encontré con un diplomado ofrecido por FILAC. Sin pensarlo ni siquiera, decidí inscribirme, porque estaba interesada en temas como territorios, derechos de la naturaleza y planes de vida”, explicó la joven lideresa.
Después de varios meses de inscribirse, se le notificó que había sido seleccionada para participar en el diplomado de jóvenes líderes. Su emoción fue inevitable ya que, a pesar de los obstáculos, había logrado un avance significativo. Además, se le informó que se le proporcionarían dispositivos móviles para facilitar el proceso de capacitación, lo que resultó de gran ayuda.
Pérdida de conocimientos sobre plantas medicinales
De acuerdo con Jindiachi, es inminente la amenaza de pérdida de valiosos conocimientos y prácticas terapéuticas en el pueblo Shuar como resultado de los impactos socioambientales, el racismo y el machismo.
“Muchos hermanos por la falta de formación académica, por el racismo que hemos sufrido y el machismo, conlleva a la perdida y falta de interés por mantener las costumbres y saberes sobre todo en mujeres y niñas shuar, esto llega a afectar a toda la población indígena ya que con el desconocimiento medicinal de nuestras plantas, nos convertimos en consumidores de medicinas farmacéuticas como lo sucedido con la Pandemia del Covid-19”, señala Jindiachi.
De acuerdo con un estudio sobre el uso de plantas medicinales en el cantón Salcedo, Cotopaxi, Ecuador, existe un bajo interés por la medicina tradicional en el país. A pesar de los esfuerzos realizados por el Ministerio de Salud Pública (MSP), se han publicado pocos datos acerca de estudios etnobotánicos y fitoterapéuticos, lo cual demuestra la escasa utilización de medicamentos de origen vegetal tanto por parte de la población como de los profesionales de la salud. En la actualidad, la medicina en Ecuador se basa mayoritariamente en tratamientos sintéticos, incluso en casos de enfermedades leves donde las preparaciones a base de plantas medicinales podrían ser altamente beneficiosas.
El Camino a la medicina tradicional
Durante el desarrollo de la iniciativa, Jindiachi dirigió un grupo de jóvenes con diversos niveles educativos, incluyendo bachilleres, profesionales de la educación y ella como ingeniera ambiental. Aunque ninguno de ellos tenía conocimientos en medicina, se embarcaron juntos en un largo camino de prácticas medicinales.
Las “mamitas” fueron sus guías en el conocimiento de las plantas y cómo utilizarlas como medicina. A través de estas enseñanzas, comprendieron las propiedades de cada hierba y comenzaron a recorrer comunidades remotas, donde no había acceso a medicinas modernas. Fue así como se adentraron en el ámbito sagrado de la medicina tradicional, natural y ancestral.
“Desde ahí partió mi gusto por la medicina y por los proyectos de conservación relacionados con la defensa del territorio. El proyecto fue un reto y un examen para evaluar mis capacidades”, dijo.
Esta iniciativa se basó en la interculturalidad intergeneracional y se concibió como un proyecto liderado por jóvenes, pero sin dejar de lado la contribución valiosa de los sabios y sabias, a quienes consideran como enciclopedias vivientes.
Superando barreras
Para Jindiachi, como joven, la implementación de esta iniciativa no fue fácil. En este lugar, a menudo se considera que los jóvenes no tienen un papel importante en la comunidad. Por lo tanto, fue un reto romper con este paradigma. Sin embargo, gracias a sus esfuerzos, la gente está comenzando a reconocer que los jóvenes, son quienes lideraran el futuro.
Jindiachi destacó que le enorgullece ser una mujer indígena con capacidades y, sobre todo, una mujer dedicada que no se deja afectar por comentarios machistas. “En nuestra cultura aún vivimos el machismo y el menosprecio hacia el trabajo y la dignidad de las mujeres”. Ella observó que, a pesar de los fondos para proyectos territoriales y de mujeres, no había apoyo. Decidió optar por el proyecto de las mujeres de la implementación de las chacras o ajas de plantas medicinales de la zona.
El diplomado le brindó la oportunidad de mejorar sus conocimientos y aprender cómo ser un agente de cambio en su comunidad. A pesar de las dificultades internas, su propósito era contribuir desde adentro. Ser seleccionada para representar a Ecuador a nivel internacional fue un honor, especialmente porque es poco común que una persona Shuar tenga esta oportunidad.
Desde su infancia, sus padres le inculcaron la importancia de la educación, aunque en su territorio solo se apoyaba hasta la educación básica. “Mi determinación para continuar mis estudios y obtener un título profesional proviene del legado de lucha y fortaleza de mis padres y mi abuela, además de la inspiración de mi abuelo, a pesar de no haberlo conocido”, afirma con convicción.
Motivada por la creciente minería y explotación petrolera en su región, decidió estudiar una carrera en el ámbito ambiental. “Uno de mis profesores nos decía que nos convertiríamos en doctores, no de la salud humana, sino de la naturaleza. Con el tiempo, entendí que se refería al papel que desempeñaríamos en la defensa del medio ambiente. Muchos de mis compañeros optaron por trabajar en la industria minera, mientras que otros, como yo, nos convertimos en activistas comprometidos con esta causa”, explica con orgullo.
Revalorizando la sabiduría ancestral
Las personas mayores, en especial las mujeres de la comunidad, desempeñaron un papel fundamental en la transmisión de los conocimientos ancestrales. Sus relatos sobre el pasado y sus experiencias de niñas, incluyendo cómo eran sus propias madres, no solo eran entretenidos, sino que también eran una valiosa fuente de información sobre las plantas. Ellas poseen un conocimiento profundo y preciso sobre cuándo y cómo utilizar cada planta para tratar diferentes dolencias, demostrando así su destreza como verdaderas expertas en un mundo tradicional.
Estas mujeres no solo eran teóricas, sino que también actuaban como verdaderas científicas al aplicar sus conocimientos en la práctica en el campo. Gracias a esta transmisión de conocimientos, la comunidad experimentó una transformación significativa al implementar Ajas Shuar, pequeñas huertas de plantas medicinales. Estas ajas no solo preservan el conocimiento ancestral, sino que también demuestran la sabiduría y el ingenio de las mujeres mayores en la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales.
En resumen, estas mujeres son autoridades en el conocimiento tradicional y su influencia fue crucial en el desarrollo de la comunidad. Gracias a ellas, se ha logrado mantener vivo el conocimiento ancestral y se ha podido aprovechar de manera responsable los recursos naturales para beneficio de todos. Sus enseñanzas continúan siendo un ejemplo de sabiduría y respeto por la naturaleza en esta comunidad.
Productos medicinales y su elaboración
En referencia a la producción de los productos, Jindiachi desea enfatizar que utilizaron exclusivamente plantas autóctonas de la región. Asimismo, hicieron uso de ingredientes de origen animal obtenidos a través de la caza, como la manteca proveniente de especies locales como el mono, la serpiente y la boa de río. Esta combinación de componentes se complementa con plantas medicinales, resultando en productos completamente naturales que son ampliamente conocidos y aceptados por las comunidades locales.
Entre las plantas que utilizaron se encuentran:
Ajo del monte: Con sus hojas se hacen cremas y pomadas, y también vaporizaciones. Además, sirve como repelente para serpientes en los hogares.
Albahaca: Utilizada para tratar diversas enfermedades, como el resfriado en bebés y mujeres, para desinflamar el estómago y aliviar dolores de cabeza mediante cremas aplicadas externamente.
Guayaba: Utilizan las hojas jóvenes para tratar el dolor de barriga y la diarrea en niños. También se elaboran jarabes para combatir la diarrea y el dolor de estómago causado por el susto, conocido como “se les baja el shungo” en su lengua.
Menta: Utilizada como agua de día para mejorar la circulación sanguínea y aliviar los cólicos menstruales en mujeres.
Matico morado y verde: El matico morado se usa en cremas para el dolor de talones, y el matico verde para preparar infusiones que combaten el cáncer uterino, infecciones de la vejiga y vías urinarias, y problemas de próstata en hombres. También se usa en cremas para dolores de columna y espalda.
Achote: Tradicionalmente usado para pinturas en el rostro, también se emplea en la alimentación y en cremas para cicatrización. Es eficaz para tratar quemaduras y heridas infectadas.
Wanto: Utilizado para torceduras y golpes, aplicado directamente o en cremas. Esta planta ayuda a reconstruir huesos fracturados.
Ayahuasca: Usada tanto en rituales como en medicinas. En rituales, ayuda a tener visiones que guían a la persona. En su uso medicinal, se emplea en cremas y bebidas para eliminar energías negativas y tratar dolores musculares.
Estas prácticas y conocimientos ancestrales han sido comprobados como altamente eficaces a lo largo de los años, brindando soluciones naturales que satisfacen completamente las necesidades de salud y bienestar.
Promoción y comercialización
Una de las metas alcanzadas por esta iniciativa, es la obtención de un puesto privilegiado en el cantón, otorgado por el alcalde, en donde se lleva a cabo una feria abierta. A este evento acuden personas de otros cantones para adquirir pescado, caza y otros productos. Este espacio brinda una plataforma para que las mujeres puedan vender sus productos medicinales cada jueves, obteniendo buenos resultados.
El objetivo primordial es establecer una bioeconomía sostenible. Por lo tanto, es crucial que los ingresos obtenidos de la producción y venta de los productos sean reinvertidos para mantener un ciclo virtuoso. Además, cuando son invitadas a ferias fuera del cantón, llevan sus productos, los promocionan y usualmente hay personas a las que les encanta lo que ofrecen. Esto ha resultado en numerosas solicitudes para enviar los productos a otras provincias, lo cual es pagado por los clientes.
Actualmente, se encuentran trabajando en profesionalizar el emprendimiento, siguiendo el ejemplo de otras emprendedoras exitosas que han registrado sus marcas y han obtenido registro sanitario para sus envases. Este paso es crucial para expandir el alcance y garantizar la calidad y seguridad de los productos.
Esta iniciativa benefició a un total estimado de 150 a 200 personas adultas, incluyendo hombres y mujeres, jóvenes, niños y niñas del Centro Shuar Mayaik y comunidades vecinas en el Cantón Tiwintza de la Provincia de Morona Santiago. Además, también fueron beneficiados 13 promotores de salud comunitaria de las comunidades cercanas y centros educativos bilingües.