PERÚ, Jul 11, (FILAC) – Las abuelas de la comunidad de Llucanayacu, en el distrito de Chazuta, demostraron su fortaleza y dedicación al utilizar sus pies descalzos para amasar el barro necesario en la construcción del Tambo cultural Yachay Wasi en la Amazonía peruana, mientras el resto de la comunidad trabajaba intensamente cavando en la tierra para establecer los cimientos.
El Tambo Cultural es una iniciativa impulsada por la juventud kichwa con el objetivo de recuperar y transmitir los saberes y conocimientos ancestrales de su pueblo. Esta iniciativa, liderada por la Asociación de Mujeres Yachak Warmikuna, tiene como objetivo principal fortalecer la identidad cultural de la comunidad y preservar sus tradiciones.
Las abuelas de la comunidad, conocidas como las “Mujeres Sabias“, son las guardianas del conocimiento tradicional y han implementado una innovadora iniciativa llamada “Recuperación y Transmisión de Saberes Ancestrales de la Cultura Kichwa en la Comunidad Nativa Llucanayacu”. Incluye la construcción del Tambo Cultural “Yachay Wasi”, un espacio donde las abuelas compartirán sus conocimientos con la comunidad.
A través de talleres y sesiones interactivas, se promoverá el aprendizaje intergeneracional, con un enfoque en la participación de las mujeres. El Tambo es un paso significativo en la preservación y promoción de la cultura kichwa, y se espera que sea un lugar de encuentro y aprendizaje para las generaciones presentes y futuras.
“Este Tambo Cultural no solo permite la recuperación de los saberes ancestrales, sino también permite el desarrollo de la economía indígena, como la producción, turismo sostenible, respeto a la Pachamama”, comento Carlos Lozano, responsable de la iniciativa.
Según Lozano, el uso del shukshero permite la creación de chumbis o fajas, elementos esenciales de la vestimenta de los Pueblos Indígenas que se destinan a la venta. Asimismo, la habilidad de manipular la arcilla permite elaborar mocahuas, tinajas y tiestos de colores con iconografía representativa del pueblo kichwa de Chazuta, también con fines de comercialización. Carlos enfatiza que estos productos son fruto de un proceso sostenible, crucial para preservar los recursos y el territorio.
La implementación de esta iniciativa está a cargo de la Federación de Pueblos Indígenas kichwa Chazuta Amazonía, y forma parte del Curso: “Fortalecimiento de capacidades para la Defensa Territorial y Gestión Ambiental Sostenible para Jóvenes Indígenas de la Amazonía”, enmarcado en el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC), en colaboración con Conservación Internacional (CI), el gobierno de Francia, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA).
Chazuta y sus saberes maravillosos
De acuerdo con el Ministerio de Cultura, en el Perú hay 55 Pueblos Indígenas u originarios de los Andes y la Amazonía, de los cuales 51 pertenecen a la Amazonía y 4 a los Andes. Esta diversidad de pueblos hace que el Perú sea un país culturalmente rico en costumbres, tradiciones y cosmovisiones.
“La identidad cultural de nuestros pueblos se está perdiendo y con ella los conocimientos y saberes ancestrales. En las comunidades nativas kichwas del distrito de Chazuta esto sucede puesto que las nuevas generaciones dejan de formar parte de este aprendizaje intergeneracional y nuestros conocimientos y saberes ancestrales se pierden con nuestros abuelos sabios quienes ya no tienen a quién más transmitir lo que tanto les ha costado aprender y perfeccionar”, dijo Lozano.
Chazuta es un distrito con un desarrollo integral y sustentable, con servicios básicos que han sido implementados y mejorados para mejorar las condiciones de vida de la población. Con un uso responsable de sus recursos naturales, turísticos, agrícolas y artesanales y un fuerte arraigo de la identidad cultural.
La población juega un papel activo en los procesos de toma de decisiones. El Distrito de Chazuta es reconocido como una antigua cultura y cuenta con una población de 9.563 habitantes, lo que representa el 6,4% de la población total de la provincia de San Martín, según el Censo de 2005 del Instituto Nacional de Estadística e Informática del Perú (INEI).
Cuenta con importantes ventajas para el desarrollo del turismo. Sus atractivos incluyen sitios arqueológicos como Vasijas, puntos turísticos como las cataratas de Tununtunumba, los rápidos de Chumia y Yuracyacu, los baños termales de Chazutayacu y Achinamiza.
La comunidad de Llucanayacu tiene la tradición fundamental de compartir alimentos y trabajo, así como llevar a cabo debates en un espacio en el que todos interactúan. Sin embargo, lamentablemente, esta tradición se ha ido perdiendo poco a poco, con lo cual también se pierden importantes conocimientos como el uso de plantas medicinales, la elaboración de tejidos de chumbi, la interpretación de iconografías, la creación de cerámicas y la identificación de nuestros territorios.
La iniciativa busca promover estas tradiciones y conocimientos para mantener vivo el patrimonio cultural y fortalecer la comunidad de Llucanayacu.
“Como problema central o la raíz del problema, nos enfrentamos a la ruptura de la transmisión intergeneracional, asimismo a un ambiente adverso que obliga a nuestros jóvenes a urbanizarse postergando su cultura original. En otras palabras, perdemos nuestra identidad cultural por un proceso de aculturación”, comento Lozano.
En comunidad es mejor
Como secretario de la Juventud Kichwa y beneficiario del Fondo Amazonía Viva, Carlos Lozano relata con orgullo el proceso de construcción que llevaros a cabo. El primer paso fue la edificación del Tambo Cultural, seguida por la construcción de un horno para los artesanos y finalmente, la realización de talleres y una feria para mostrar los resultados.
Trabajaron estrechamente con la Asociación de Mujeres Yacha Warmikuna, con el respaldo y apoyo de toda la comunidad. Este fue un proceso integral, desde la evaluación del terreno hasta la planificación y construcción.
Cada fase contó con la participación de la comunidad, quienes fueron consultados sobre sus necesidades y deseos para el Tambo. Con sus sugerencias, diseñaron el plano y cada miembro de la comunidad, desde los niños hasta los ancianos, contribuyó en la limpieza del terreno y en las labores de construcción.
A pesar de que se planearon cuatro faenas, el entusiasmo y la magnitud del proyecto les llevaron a realizar diez. Todos estuvieron involucrados en esta construcción, desde las mujeres hasta las sabias de la comunidad, como la abuelita Margarita que participó activamente en la obra.
La hermana Dina también colaboró sirviendo masaco y todos se unieron para nivelar el terreno. “Fue una experiencia interesante y hermosa ver cómo todos trabajamos juntos por un objetivo común’, expresó Lozano.
Arquitectura duradera y sostenible
Carlos, con estudios en el campo de la arquitectura, se enfocó en la construcción de un Tambo duradero al combinar elementos de la arquitectura vernácula y convencional. A diferencia de la típica duración de 15 años para una estructura vernácula, este nuevo sistema mixto garantiza una vida útil de 30 a 40 años.
La construcción se llevó a cabo en un terreno de amplias dimensiones, con medidas de 6 metros de ancho por 13 metros de fondo. Esta elección fue tomada por la comunidad de Mujeres Yachak Warmikuna, quienes deseaban que el espacio cultural fuera construido en su propio terreno extenso. Toda la comunidad y la asociación estuvieron de acuerdo con esta decisión, tomada en una asamblea debido a la falta de terrenos grandes cercanos disponibles.
Carlos cuenta que la iniciativa surgió gracias a su cercana relación con la comunidad. Aunque es originario de Rebalse y Chazuta, decidió presentar el proyecto para Llucanayacu, una comunidad vecina, ya que en sus lugares de origen ya habían construido sus propios Tambos Culturales.
Durante una reunión, la comunidad expresó su deseo de tener su propio Tambo Cultural, inspirado en los ejemplos ya construidos en Rebalse y Chazuta. Fue entonces cuando Carlos tomó la iniciativa y presentó su proyecto, tomando en cuenta las necesidades específicas de la comunidad para diseñar un espacio que incluyera no solo un Tambo y un horno, sino también otras estructuras futuras como baños, una tienda, una oficina y una biblioteca para los más jóvenes.
“El presupuesto del proyecto incluye solo el Tambo y el horno; pero más adelante se puede ir gestionando más fondos y más apoyos para poder implementar lo que falta”, mencionó Carlos.
El joven arquitecto enfatiza que la clave para el éxito del proyecto fue la integración de la arquitectura vernácula con la arquitectura convencional. La arquitectura vernácula proporciona frescura y una buena ventilación, lo que disminuye la temperatura interior en comparación con las construcciones de concreto o calamina. Sin embargo, su vida útil es más corta.
Para abordar este problema, Carlos les propuesto una solución: “Al utilizar zapatas de concreto con placas de anclaje y luego construir encima con la arquitectura vernácula, la estructura tiene una duración considerablemente mayor ya que los postes ya no están directamente expuestos a la humedad del suelo”. En cambio, lo que suele deteriorarse primero es la hoja, pero esto es fácil de reemplazar después de 15 años en comparación con toda la estructura, lo cual es costoso y requiere mucho tiempo.
La combinación de sabiduría ancestral y técnicas modernas ha dado como resultado una construcción más duradera y adecuada para el clima de esta comunidad. “Este es el resultado de nuestro enfoque; una estructura que combina elementos de la arquitectura convencional, como grandes zapatas enterradas y anclajes, con los postes de madera, techos de yarina y kumbas de shapaje de la arquitectura vernácula, todo construido con materiales naturales y basado en el conocimiento ancestral”, enfatizó.
Un proyecto de la comunidad para la comunidad
La Asociación de Mujeres Yachak Warmikuna asume la responsabilidad de la gestión del Tambo Cultural, no solo para administrar el espacio, sino también para continuar su desarrollo.
Se utilizarán materiales sobrantes para mejorar las instalaciones y garantizar su preservación. Es importante recordar que este Tambo pertenece a toda la comunidad, por lo que su uso constante es esencial para su mantenimiento.
Como bien dice el refrán de la comunidad, “una casa envejece cuando está deshabitada, pero permanece en perfectas condiciones cuando se usa”. Por esta razón, es necesario que esta infraestructura sea utilizada y quién mejor para llevar a cabo esta tarea que las mujeres de la comunidad, que siempre están activas en diversas actividades, esto no significa que la comunidad no participará en las actividades del Tambo, ya que es un espacio para el beneficio de todos.
Además, en el mismo terreno se sembrarán diversos cultivos como tomates, hortalizas y culantro, que no solo servirán como fuente de alimentación, sino también para actividades comunitarias.
Esta experiencia ha sido verdaderamente enriquecedora, ya que han compartido con la comunidad el verdadero significado del trabajo comunitario y el compromiso. A través de intercambios de ideas y acuerdos, establecieron metas para el futuro. Por ejemplo, las Mujeres Yachak Warmikuna, que habían perdido su organización y no tenían actividades que hacer, se han reunido nuevamente, han reactivado su participación y han fortalecido su presencia en la comunidad, lo cual les llena de emoción.
Durante las reuniones, escucharon y atendieron las necesidades y peticiones de las mujeres, y buscado la forma de apoyarlas. Por ejemplo, mencionaron que en la comunidad tienen tres piscinas y, ahora que están trabajando juntos, podríamos limpiarlas, sembrar peces y cosecharlos en un tiempo determinado para obtener fondos.
Esta iniciativa ha permitido que las mujeres se organicen y planifiquen, lo cual ha fortalecido tanto la infraestructura como el trabajo comunitario y la organización dentro de la comunidad.
Transmisión intergeneracional de la sabiduría ancestral
En esta iniciativa, la participación de las personas mayores fue fundamental. A diferencia del mundo occidental, donde a menudo los ancianos pierden su espacio y su voz, aquí han sido completamente integrados. Un ejemplo resaltante es la abuelita Esther, de más de 90 años, quien ha sido incluida en el proyecto para enseñar cerámica artesanal.
Y no es solo la abuelita Esther; la abuelita Margarita, experta en tejidos, y el abuelito Antonio, tallador de madera, también han compartido sus habilidades. Antonio, por ejemplo, ha enseñado a los niños y niñas cómo tallar madera para crear bateas. Esto ha permitido que se sientan importantes y valorados, ya que son sabios que comparten su conocimiento con la comunidad.
El verdadero objetivo de la iniciativa no era solo construir un Tambo, sino reactivar la tradición de transmitir conocimientos de manera intergeneracional.
“Lo importante era que nuestros sabios y sabias puedan compartir con las generaciones más jóvenes, despertando su interés y permitiéndoles perfeccionar sus técnicas y seguir compartiendo con sus hijos. Esto es algo que se estaba perdiendo en nuestras comunidades, y gracias a este proyecto hemos logrado reactivarlo. La integración de nuestros sabios y sabias era fundamental, ya que son ellos los poseedores del conocimiento”, afirmó Lozano.
Inclusión de la niñez para el rescate y preservación cultural
La iniciativa ha sido fundamental para el desarrollo de los niños y niñas de la comunidad. Su interés y curiosidad por aprender de los mayores y el seguimiento activo en sus prácticas y manipulación de materiales demuestran la importancia de este enfoque y es vital para contrarrestar la influencia negativa de la desculturización violenta que la comunidad sufrió en el pasado, cuando la iglesia llegó y condenó las prácticas y conocimientos tradicionales tachándolos de satánicos.
“En algunas familias hay niños y niñas incluso que no saben hacer este tipo de cosas porque sus abuelitos ya no quisieron enseñarles, esta iniciativa ha servido para que se interesen, se involucren y aprendan”, expreso Lozano.
Es lamentable que muchas familias hayan dejado de transmitir estas valiosas tradiciones y conocimientos a las generaciones más jóvenes. Sin embargo, gracias a estas iniciativas, los niños y niñas están mostrando un gran interés e involucrándose activamente en su aprendizaje.
A pesar de las prohibiciones, algunos ancianos lograron preservar estas costumbres y conocimientos que forman parte esencial de nuestra identidad como comunidad. En la comunidad, existe un profundo conocimiento sobre el uso de plantas medicinales, no solo como infusiones, sino también en un sentido espiritual que trasciende los sueños y las visiones. Plantas sagradas como la kurkuma y el Ayahuasca son altamente valoradas por su poder sanador.
“Es nuestro momento de poder recuperar esos conocimientos porque esos abuelitos que saben precisamente eso ya no les queda más tiempo, en unos cinco seis años fallecen y nosotros nos quedamos en un vacío. Estamos tratando de recuperar los conocimientos y riquezas que tenemos para que todos podamos aprender y seguir compartiendo con nuestras generaciones”, añadió Lozano.
Revitalización cultural y turismo comunitario
La estrategia de esta iniciativa se enfoca en el turismo comunitario. Como líderes de la Federación de Pueblos Indígenas Kichwa Chazuta Amazonía, tomaron la decisión de implementar el modelo del Tambo Cultural en cada una de las comunidades base. El objetivo es articular el turismo comunitario como una fuente de ingresos sostenible para fortalecer las prácticas ancestrales, las cuales a menudo se ven relegadas debido a la falta de generación de ingresos o de mercado.
Cada una de las comunidades ofrece diferentes actividades, como la recolección de plantas medicinales en Llucanayacu, la cría de abejas en Tumpampa, o la exploración de temas de seguridad territorial y el acampar en Tupak Amaru. Esta colaboración no solo genera ingresos, sino que también fomenta el intercambio cultural y el aprendizaje mutuo entre los visitantes y los habitantes locales.
Es fundamental entregar a la comunidad los conocimientos y habilidades necesarios para seguir aprendiendo y compartiendo con los turistas. En este lugar, los sabios comparten su sabiduría sobre las plantas medicinales, como la malva, famosa por sus propiedades curativas y otros usos tradicionales. Este enfoque no solo fortalece la identidad cultural, sino que también garantiza la preservación de estas valiosas prácticas para las generaciones futuras.
Además de los conocimientos ancestrales, cada una de las comunidades posee recursos naturales únicos, como la quebrada Yanayacu. Por esta razón, se esforzaron por integrar y promover estos lugares para atraer el interés de los turistas. Buscaron articular todos estos atractivos turísticos y ofrecer experiencias variadas y atractivas.
Actualmente, han establecido alianzas clave con entidades como Care Perú para capacitar a los artesanos de Llucanayacu y otras comunidades. Estos talleres incluyen capacitación en digitalización de emprendimientos, como el uso de plataformas como Yape y Facebook, así como estrategias para acceder a mercados tradicionales y no tradicionales. Además, están implementando un plan para capacitar a guías turísticos e integrar a la comunidad en todo el proceso.
Todas estas iniciativas se pueden explorar en detalle en Chazuta Emprende, un espacio donde documentan las actividades exitosas que han empoderado a los artesanos y fortalecido la sostenibilidad del proyecto.
Una anécdota reveladora es la de la abuelita Esther, quien, como muchos ancianos en Llucanayacu, tiende a estar más escondida y menos visible. “Integrar a estos sabios en nuestras actividades ha sido gratificante y enriquecedor, donde nos compartieron sus conocimientos y puedan interactuar con todos”, señaló Lozano.
Gestión de Fondos como “Amazonia Viva”
Es imprescindible que se continúe diseñando nuevos fondos con una estructura similar a la de Amazonía Viva, como lo expresó Lozano. Esto permitirá abordar de manera efectiva y auténtica los problemas específicos de cada comunidad. De esta manera, se asegurará que las soluciones propuestas sean pertinentes y verdaderamente útiles para el desarrollo y bienestar de cada localidad.
Gracias a la libertad que les brindo el fondo, han podido plantear proyectos basados en los problemas locales que enfrentan. Cada comunidad posee su propia identidad y, por consiguiente, sus propios desafíos. Esta libertad les ha permitido proponer soluciones que realmente funcionan y que son necesarias en cada comunidad.