Este 21 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. En un día como hoy, en 1960, la policía abrió fuego contra una manifestación pacífica antiapartheid (sistema utilizado para controlar el movimiento de personas consideradas negras, indias y de color) que tuvo lugar en Sharpeville, Sudáfrica y mató a 69 personas. Al proclamar la efeméride en 1966, la Asamblea General de las ONU instó a la comunidad internacional a que redoblara los esfuerzos encaminados a la erradicación de todas las formas de discriminación racial.
Después de más 50 años, las manifestaciones de racismo, discriminación racial y formas conexas de intolerancia se repiten en diferentes regiones del mundo, principalmente contra los pueblos indígenas. Los pueblos indígenas se encuentran en el extremo receptor de la discriminación estructural, la marginación, la exclusión y la pobreza.
Los cambios económicos y sociales de las últimas décadas, así como el proceso de globalización, han ampliado las brechas entre ellos y otros sectores sociales.
La discriminación también se expresa en desventajas históricamente acumuladas que continúan afectando a estos dos grupos de población, como despojos territoriales e inequidades en el acceso a vivienda, salud, justicia y educación de calidad en todos los ciclos educativos. Todos estos factores afectan sus posibilidades efectivas de acceso a Educación Superior. Además, en el caso de numerosas comunidades de pueblos indígenas, estos problemas se ven agravados por diferencias lingüísticas.
En este Día internacional que tiene como lema: “Juventud se alza contra el racismo”, el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC), recuerda a los Gobiernos, pueblos y organizaciones indígenas, y principalmente a las juventudes indígenas, aliados estratégicos de este organismo internacional, la responsabilidad colectiva de promover y proteger los ideales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo primer artículo afirma que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos; asimismo, insta a trabajar conjuntamente en la construcción de sociedades más inclusivas donde se respete la diversidad y se combata toda forma de racismo y discriminación.
Las juventudes indígenas han venido y continúan jugando papeles protagónicos en pro de la erradicación del racismo y de todas las formas de discriminación en sus propias instituciones y en general en la sociedad. Son actores proactivos en esta lucha y su incidencia crece permanentemente gracias a su creciente formación académica y manejo de tecnologías de información y comunicación.