Kawsay Katuwasi, la despensa de mujeres indígenas Kichwa que revitalizan la gastronomía ancestral y revolucionan el mercado local

27 de septiembre de 2024

ECUADOR, Sept 27, FILAC – En la provincia de Imbabura, Ecuador, el pueblo Kichwa Imantag se dedica de manera decidida a preservar y perpetuar su invaluable patrimonio cultural. Con dedicación y orgullo, mantienen vivas sus ancestrales tradiciones y su incomparable gastronomía.

Al mismo tiempo, son proactivos en la búsqueda de oportunidades económicas para comercializar sus productos agrícolas a precios justos y generar empleo para la juventud indígena.

La iniciativa “Promoviendo el desarrollo local del pueblo Kichwa Imantag a través de la Vitrina Restaurante “Kawsay Katuwasi” (El Despensa Viva en Kichwa)”, ha sido desarrollada en colaboración con la Organización Comunitaria de Producción Agropecuaria Kawsay Katuwasi.

La Vitrina Restaurante es un espacio que, además de ofrecer exquisitas comidas elaboradas con productos locales en peligro de extinción, sirve como plataforma para exhibir la riqueza cultural de la región.

Desde el dulce camote hasta el mortiño silvestre, cada plato cuenta una historia de tradición y sostenibilidad, fusionando recetas ancestrales nativas con técnicas de la gastronomía gourmet convencional. Con esto, el pueblo Kichwa Imantag demuestra su determinación en preservar su patrimonio cultural y promover su desarrollo económico sostenible.

En este restaurante, la encargada de la cocina, Diana Madrera, encuentra su máxima inspiración en las recetas que han sido transmitidas a través de generaciones en su familia. Su principal objetivo es preservar las tradiciones y mantener vivo el legado culinario de sus ancestros.

Con entusiasmo, ella afirma: “Cada día es una oportunidad para innovar con las recetas ancestrales que nuestros abuelos y abuelas nos han legado. Es esencial continuar compartiéndolas y asegurarnos de que no se pierdan las tradiciones de la comida ancestral”.

Este restaurante no solo es un lugar para disfrutar de deliciosos platos, sino también un motor económico para la comunidad. Brinda empleo a jóvenes indígenas y crea un canal directo de comercialización para aproximadamente 50 familias productoras. De esta manera, contribuye activamente al desarrollo económico y social de la región.

Juventud y agricultura

La parroquia de Imantag, ubicada en el Cantón Cotacachi, es reconocida como una de las comunidades más antiguas y arraigadas de la región. El Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial de la Parroquia Imantag informa que tiene una población mayormente joven, con un 63% de habitantes menores de 30 años.

La producción más destacada de esta comunidad es la agricultura, la ganadería y la producción artesanal. Según la Revista Internacional de Investigación Agrícola y Ambiental (IOJPH), el 50% de la población de Imantag se dedica principalmente a la agricultura, con un total de 920 unidades productivas agropecuarias

A pesar de la importancia de la producción local, la falta de una política pública y legislación adecuadas ha provocado dificultades para los productores. La competencia desleal de productos importados desde el Sur de Perú y el Norte de Colombia, los cuales no tienen un precio justo, genera pérdidas económicas para los productores locales. Esto ha obligado a muchas Juventudes Indígenas a migrar a las grandes ciudades en busca de mejores oportunidades.

Para Madrera es vital que se implementen políticas y leyes que protejan a los productores locales y garanticen un precio justo para sus productos. Las juventudes indígenas, que son fundamentales en la producción de alimentos en esta comunidad, deberían tener la oportunidad de permanecer en su hogar y contribuir al desarrollo económico de la parroquia de Imantag.

 Vitrina-Restaurante Kawsay Katuwasi: Un espacio para la tradición y la innovación

La implementación del restaurante “Kawsay Katuwasi” en Imantag se considera un paso fundamental hacia la sostenibilidad alimentaria y la preservación de la cultura local. Este modelo de operación a largo plazo tiene como objetivo impulsar la economía de la zona, especialmente para las jóvenes indígenas que han adquirido habilidades en la preparación de alimentos, atención al cliente y procesos de valor agregado para productos agrícolas.

Además de ofrecer platos con recetas ancestrales, el restaurante se ha convertido en un punto de encuentro intercultural al ofrecer alimentos autóctonos, como verduras, hortalizas, frutas, licores artesanales y animales menores como cuyes y gallinas.

Madrera destaca la amplia variedad de opciones que ofrece el restaurante para el desayuno. “Estas incluyen deliciosas coladas de máchica de maíz reventado, acompañadas con leche y harinas de agricultores locales. También ofrecemos tortillas de tiesto (trigo) y huevos de campo producidos por nuestras propias gallinas, junto con batidos de frutas frescas”.

En cuanto al almuerzo, el restaurante utiliza ingredientes frescos y locales. “Para nuestros almuerzos, utilizamos productos como mellocos, habas, ocas, diversos granos frescos y secos, alverjas, frejoles, berros, papa chaucha y maíz tostado, procesados por nosotros mismos y muy populares entre nuestros clientes. También reemplazamos el arroz por quinua, una opción más saludable, y siempre lo acompañamos con carne”, agrega Madrera.

Además, el restaurante ha ampliado sus opciones gastronómicas al producir vinos artesanales y chocolates, lo que ha generado nuevas oportunidades económicas para la comunidad.

“Estamos muy emocionados de producir nuestra propia miel de cacao, elaborada a partir del jugo de la pulpa del cacao. Es deliciosa y nutritiva, ya que conserva los azúcares naturales y las vitaminas de la fruta”, comenta Jaqueline Ramírez, una joven integrante de esta iniciativa.

Elba Tambaco Guevara, coordinadora del proyecto, resalta que el restaurante sirve como una plataforma para garantizar una comercialización directa desde la granja hasta la mesa, con un enfoque en devolver la dignidad a los productores. Este enfoque ha permitido establecer un nuevo modelo de trabajo, pero el reto actual es mantenerlo y seguir avanzando en esta iniciativa.

Recuperando saberes en las Minkas

La “minka”, también conocida como “mink’a” en quechua, es una práctica ancestral que se origina en el término quechua “mink’akuni”, que significa “solicitar ayuda prometiendo algo”.

Esta tradición, también llamada “minca”, “minga”, “mingaco” o “faena”, se basa en el trabajo colectivo y voluntario de la comunidad con el objetivo de lograr un beneficio social o recíproco. Es una costumbre precolombina que sigue vigente en la actualidad y que promueve la solidaridad y la cooperación entre los miembros de una comunidad.

En el marco de esta iniciativa, se han llevado a cabo exitosamente las Minkas de conocimiento. Según Madrera, estas experiencias han sido sumamente enriquecedoras, como lo demuestra la “Pampamesa”, un concepto hasta entonces desconocido para ella, en la que los productores comparten generosamente sus alimentos y dialogan entre sí.

De acuerdo con Madrera, al interactuar con los taitas y mamas de las comunidades, se ha logrado rescatar y compartir valiosos conocimientos ancestrales, especialmente en la preparación de platos tradicionales. Estas experiencias han contribuido significativamente a enriquecer la herencia cultural de las comunidades.

Para la comunidad la participación en las Minkas, donde cada miembro aporta para mejorar su entorno, ha sido verdaderamente transformadora. Estas actividades, así como el mantenimiento del suministro de agua en su comunidad, le han brindado una perspectiva privilegiada sobre el trabajo en equipo y la importancia de preservar el medio ambiente.

 Generación de empleo

Bajo esta iniciativa se ha logrado la creación de empleo para cinco jóvenes indígenas, quienes desempeñan papeles esenciales en la administración, producción y promoción de alimentos saludables. Según la iniciativa, su objetivo principal es proveer oportunidades laborales para todos. Con el continuo ingreso de nuevos proveedores y la utilización de diversos productos, esta iniciativa genera un impacto positivo en la comunidad.

El reporte de esta iniciativa ha demostrado que se han beneficiado 50 jóvenes indígenas, madres jóvenes agricultoras y proveedoras de alimentos pertenecientes a la organización. Asimismo, también se han visto beneficiados los jóvenes miembros del núcleo familiar de los integrantes de la organización.

Este proyecto es parte del Fondo Kolom Noo’ooj y la estrategia del programa de Juventudes Indígenas del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC), y cuenta con el apoyo y respaldo de la Fundación Pawanka.

 

 

 

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