COLOMBIA, Dic 12 (FILAC) – El Río Papurí recorre los territorios Amazónicos de Colombia y Brasil, sus aguas nacen en el departamento Vaupés de Colombia, fluyendo hasta desembocar en el Río Vaupés, sus aguas llenas de vida alimentan a los pueblos Desano, Tukano y Judpa.
En el resguardo de Vaupés parte oriental ubicado en la zona Yavaraté, desarrollan la iniciativa “El arte de vida: revitalizando la fuerza creadora de la palabra y el baile entre los indígenas Desano, Tukano y Jupda del Río Papurí”, con el fin de impulsar la revitalización de sus lenguas utilizando el registro escrito de cantos, encantaciones y bailes rituales como material pedagógico para garantizar su transmisión a las actuales y próximas generaciones.
La iniciativa es promovida por ACAZUNIP, creada por las autoridades ancestrales del resguardo, quienes se organizaron preocupados por el embate del idioma castellano español también ha dejado a nuestras lenguas amenazadas y, en el caso de los pueblos Jupda y Desano, seriamente comprometidas. Ambos procesos están íntimamente relacionados pues si perdemos nuestras lenguas, perdemos nuestras historias, rezos y cantos ya que sólo en ellas pueden enunciarse.
Vaupés es uno de los departamentos es donde más se hablan lenguas maternas, allí confluyen 23 Pueblos Indígenas como el Tucano, Tatuyo, Piratapuyo, Tuyuca, Desano, Barazano, Judpa, Wanano, Kubeo, Carapana, Tariano, Bará, Siriano, Pisamira o Yurutí, Curripaco, Macuna, Taiwano o Eduria, Tanimuca, Cabiyari, Pisamira, Juhup o Yuju, kakua y Hupdës.
La Organización de las Naciones Unidas indica que cada dos semanas en el mundo desaparece una lengua y se lleva consigo todo un patrimonio cultural e intelectual. Al menos el 43% de las 6000 lenguas que se calcula que se hablan en el planeta, están en peligro de extinción. Solo unos centenares de lenguas tienen realmente cabida en los sistemas educativos y en el dominio público, y menos de un centenar se utilizan en el campo digital.
“Para los Pueblos Indígenas del Río Papurí la palabra tiene poder de vida. Mediante la palabra rezamos a nuestros recién nacidos para dotarlos de cuerpos resistentes y sanos y a los enfermos para que se curen de todo tipo de malestares. Mediante la palabra soplamos rezos para mantener la unión y bienestar de nuestras comunidades y recreamos nuestro orden social, volviendo a las historias tradicionales para establecer cómo vivían y se organizaban los ancestros”, señaló ACAZUNIT.
De acuerdo a la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), en Colombia se hablan 70 lenguas: el castellano y 69 lenguas maternas. De ellas 65 son lenguas indígenas, 2 lenguas criollas (palenquero de San Basilio y la de las islas de San Andrés y Providencia – creole), la Romaní o Romaníes del pueblo Room – Gitano y la lengua de señas colombiana.
“Lamentablemente, las lenguas han venido debilitándose de forma acelerada. La intervención misionera de más de cien años de antigüedad en la zona del Río Papurí y las presiones asimilatorias de la sociedad colombiana han reducido el número de sabedores en nuestras comunidades, así como el número de jóvenes interesados en aprender de ellos”, expresó ACAZUNIT.
ONIC detalla que la lengua Tuyuca hace parte de la familia lingüística Tukano Oriental, a la cual pertenecen más de una decena de lenguas habladas en el Vaupés y en los departamentos que lo rodean. “La población Tuyuca que habita territorio colombiano se estima en cerca de 650 personas, de las cuales aproximadamente el 75% habla su lengua ancestral. El 25% restante que no la habla, está conformado por personas que pertenecen a todas las generaciones, y no solo a una. Por otra parte, muchos Tuyucas han adquirido otras lenguas de los pueblos con que comparten territorio, debido a las alianzas matrimoniales que establecen con grupos diferentes al propio”.
Se estima que una lengua que tenga entre 2.000, 1.000 y 500 hablantes está en estado de vulnerabilidad y una lengua con menos de 100 hablantes está en situación de alto riesgo. En la Amazonia colombiana la mayoría de lenguas habladas tienen menos de 1.000 hablantes, lo que las convierte en lenguas vulnerables, pero existe un número importante de lenguas que están por debajo de los 500 hablantes.
El resguardo ha documentado el registro sonoro de cantos, encantaciones, danzas rituales y narraciones preservadas por la comunidad.
“La debilidad en nuestra capacidad de narrar historias tradicionales, rezar y cantar se ha venido traduciendo en una mayor incidencia y complicación de enfermedades que antes podíamos tratar fácilmente. Se ha traducido también en la fragmentación de vínculos comunitarios por la disminución en las danzas rituales que mantienen el orden social y fortalecen la unión”, expresó ACAZUNIT.
La implementación de la iniciativa fue apoyada por el Fondo Qhapaq Ñan es impulsado por el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe – (FILAC), junto a la Red de Jóvenes Indígenas, y es financiado por las Fundaciones Pawanka y Ford.