SURINAM, Jul 24, (FILAC) – En las profundidades de la selva amazónica de Surinam, un grupo de mujeres libra una batalla silenciosa por la supervivencia del Krapa, un árbol sagrado para la comunidad, y con ello resguardan los conocimientos ancestrales que dependen de él.
Las mujeres indígenas de tres aldeas han asumido el papel de guardianas de los árboles y de las técnicas tradicionales de extracción de su valioso aceite, enfrentándose a la tala indiscriminada y la pérdida de sus derechos territoriales.
El aceite de semilla de Carapa guianensis (Aublet), también conocido como andiroba, es ampliamente utilizado en la medicina tradicional de Surinam por sus propiedades curativas contra la fiebre y el reumatismo. Además de ser un potente agente antiinflamatorio, antibacteriano, para el cuidado de la piel y repelente de insectos. En Surinam, este aceite es conocido como Krapa-oil y es producido exclusivamente por los Pueblos Indígenas.
Sin embargo, para las comunidades es preocupante que el gobierno de Surinam aún no haya ratificado los derechos colectivos de los Pueblos Indígenas, lo que ha permitido que muchas tierras indígenas sean otorgadas a terceros.
En muchos casos, la situación es tan grave que a la población local se les ha negado el acceso a estas concesiones, a pesar de que estas zonas se encuentran muy cerca de sus aldeas. Esto pone en peligro tanto la supervivencia de los árboles de Krapa como la conservación de los conocimientos ancestrales que dependen de ellos.
El sistema legislativo de Surinam, basado en la legislación colonial, no otorga reconocimiento a los Pueblos Indígenas o tribales, lo que supone una gran amenaza para su supervivencia y bienestar. Esta falta de reconocimiento se agrava por la ausencia de legislación que proteja sus derechos Al territorio.
La intensa explotación de los recursos naturales de Surinam, como el petróleo, la bauxita, el oro, el agua, los bosques y la biodiversidad, plantea un grave peligro para los pueblos. Es preocupante que Surinam sea uno de los pocos países de América del Sur que no ha ratificado el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Aunque en 2007 votó a favor de la adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, según el informe mundial anual del Grupo de Trabajo Internacional para Asuntos Indígenas (IWGIA por sus siglas en inglés) sobre los derechos de los Pueblos Indígenas de 2020, Surinam continúa sin implementar medidas efectivas para proteger sus derechos.
En particular, los árboles de Krapa tienen un gran valor económico para los concesionarios del complejo turístico de Kabalebo, quienes los talan para exportarlos al extranjero. Esta actividad provoca que la población local se vea obligada a adentrarse cada vez más en la selva en busca de nueces de Krapa.
Como resultado, las mujeres son forzadas a permanecer durante días en la selva para recolectarlas, lo que supone un gran peligro y reduce el número de mujeres dispuestas a hacer este trabajo. Esta situación pone en riesgo la pérdida de un conocimiento ancestral valioso.
En este contexto, surge la iniciativa “Mapeo de los árboles de Krapa y transferencia de conocimientos ancestrales sobre el procesamiento de las nueces de Krapa hasta el producto final por parte de las mujeres mayores a las más jóvenes de las 3 aldeas indígenas” implementada por la Fundación Coeritjien y forma parte del Curso Fortalecimiento de capacidades para la Defensa Territorial y Gestión Ambiental Sostenible para Jóvenes Indígenas de la Amazonía, desarrollado por el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC), en colaboración con Conservación Internacional (CI), el gobierno de Francia, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA).
Con el objetivo de mejorar la autonomía de las comunidades locales y proteger sus medios de vida, se ha implementado esta iniciativa innovadora que combina el uso del mapeo digital con la transferencia de conocimientos tradicionales. Bajo el liderazgo Azariah Johnson, se busca capacitar a estas comunidades para que puedan cartografiar y monitorear de manera eficaz sus propios árboles de Krapa.
Mediante la utilización de la aplicación de mapeo, estas comunidades podrán obtener pruebas contundentes que demuestren que tanto el gobierno como los concesionarios están afectando negativamente sus medios de vida al no respetar sus árboles. Además, el mapa digital resultante será una herramienta valiosa para informar sobre cualquier actividad de tala ilegal que se esté llevando a cabo en la zona.
Un árbol con historia y futuro
El árbol de Krapa, con un ciclo de vida de 200 años, además de ser conocido por sus múltiples propiedades medicinales, es más que un simple recurso natural para estas comunidades. Durante generaciones, el aceite extraído de sus semillas ha sido un pilar en la medicina tradicional, utilizado para tratar desde la fiebre hasta el reumatismo. Además, este aceite, vendido a $10 por litro en los mercados locales, representa una fuente de ingresos para muchas familias.
Sin embargo, la supervivencia de este árbol y los conocimientos asociados a su procesamiento están en peligro. La falta de derechos colectivos para los Pueblos Indígenas en Surinam ha permitido que muchas de sus tierras sean entregadas a terceros. Esto ha llevado a la tala masiva de árboles de Krapa, no solo para el comercio de su madera valiosa, sino también para hacer espacio a concesiones turísticas.
“Los árboles de Krapa no solo son valiosos por sus usos medicinales, sino también por su importancia social y cultural para las comunidades indígenas de Surinam. Sin embargo, estos árboles enfrentan la amenaza de la tala indiscriminada, ya que son altamente valorados para la fabricación de muebles debido a que son muy grandes y altos.”, señala Thomson.
Las empresas multinacionales y concesionarios están interesados en explotarlos para obtener beneficios económicos, lo que resulta en la tala informal, aunque muchos tienen permisos legales para hacerlo.
“En Surinam, los derechos legales de los Pueblos Indígenas no están reconocidos, lo que permite a las empresas cortar los árboles y acceder a los territorios sin restricciones, y cortar los árboles, sacando beneficios”, menciona Thomson.
Ante esta situación, las comunidades indígenas se han organizado para proteger sus derechos y los árboles. Han creado una fundación y se han unido a otras organizaciones para abogar por su protección.
A través de iniciativas han logrado reunir información de 281 árboles Krapa a través de la tecnología para presentarla al gobierno y tratar de protegerlos.
El valor de lo ancestral
El conocimiento ancestral es muy importante para la producción y extracción del aceite de Krapa. “A través de este proyecto queremos que las mujeres mayores transmitan sus conocimientos sobre este proceso a las mujeres más jóvenes para que este conocimiento no se olvide”, aseveró Johnson.
La iniciativa creará un mapa digital de la ubicación de todos los árboles Krappa y, dentro de este mapa, las mujeres podrán compartir datos sobre los que han sido talados.
“Con la aplicación del mapeo podemos tener una evidencia fuerte de que los árboles están ahí en nuestro habitad y que estos son especiales para la comunidad y que no pueden ser cortados”, dijo Thomson.
Además, se terminará con la pérdida de saberes ancestrales gracias a la transmisión de conocimientos de las mujeres mayores a las jóvenes sobre la producción y extracción del aceite de Krappa. Esta iniciativa asegurará la prosperidad económica de las mujeres involucradas en esta industria.
Mujeres guardianas de los árboles de Krapa
Azariah expresa que la implementación de esta iniciativa ha traído una gran cantidad de felicidad en un corto período de tiempo. Esta es una iniciativa a nivel global, en la cual se hicieron cargo de asistir técnicamente a los cursos, organizar y trabajar en conjunto para llevar a cabo todas las actividades.
A pesar de que el tiempo fue limitado, hubo un gran interés de las mujeres en participar y mejorar estas actividades. Sin embargo, algunas de ellas estaban desmotivadas debido a la continua tala de árboles que las obliga a adentrarse cada vez más en la selva para recolectar las nueces.
“Debido a la tala de árboles, algunas mujeres tenían que pasar días en la selva para recolectar y cosechar las nueces y obtener el aceite. Pero gracias a la participación de todos, ahora pueden hacer mucho más y quedarse hasta tarde en la noche para compartir historias y discutir los beneficios del aceite para nuestra comunidad. Personalmente, he utilizado el aceite desde que era niño para masajes, cuidado de la piel y como antioxidante”, afirma Johnson.
Además, enfatiza en la importancia de proteger estos árboles, ya que muchos optan por cortarlos en lugar de preservarlos. El objetivo principal de esta iniciativa es proteger los árboles y como comunidad están muy contentos de que alguien finalmente se interese en hacerlo.
Johnson comparte que el mismo ha acompañado a su madre en la recolección de nueces muchas veces, sin embargo, incluso su madre dejó de hacerlo debido a la tala de los árboles más cercanos. Los que quedaban estaban envejeciendo y se volvían cada vez más difíciles de acceder. Aunque sus hermanas continuaron con la recolección, la tarea se volvió más y más ardua debido a que los árboles se encontraban cada vez más lejos.
“Siempre he sentido que los árboles necesitaban protección y quería hacer algo al respecto. Ahora, las mujeres me han enseñado cómo protegerlos mediante la colocación de protectores y carteles que dicen ‘No los corten’, como si fueran carteles de protesta”, añade Johnson.
Sobre la comunidad y la producción
Según Thomson, la comunidad está compuesta por aproximadamente entre 3.000 y 5.000 personas distribuidas en cuatro comunidades. Johnson trabajó con tres de estas comunidades, mientras que la participación de la cuarta comunidad puede variar según la temporada.
Además, Thomson explicó el proceso de recolección y producción de aceite de Krapa. En primer lugar, recogen las nueces cuando caen al suelo en el momento adecuado. Luego, las colocan en grandes bolsas de unos 20 kilogramos y las transportan desde el bosque hasta las casas. Una vez allí, las dejan secar durante cinco días aproximadamente.
Después de eso, las nueces se hierven en barriles gigantes con agua. Una vez completado este proceso, escurren el agua y dejan secar las nueces aproximadamente una semana más. Luego, abren las nueces para extraer los frutos. Estos frutos se muelen y se dejan al sol para que emerja el aceite. Finalmente, almacenan el aceite en botellas, que pueden venderse a empresas.
El proceso completo dura aproximadamente tres semanas. De un saco de frutos secos de 30 kilogramos pueden obtener entre 1 y 3 litros de aceite.
El precio de un litro de aceite de Krapa en la comunidad es de $15.00 dólares. En la ciudad los precios pueden llegar hasta los $40.00, y a nivel internacional, entre $500 y $700 dólares. Esta información es importante y precisa en términos del valor de mercado. Por lo tanto, es esencial que todas las personas involucradas en la producción y venta de aceite de Krapa respeten estos precios y garanticen transacciones justas y equitativas.
Esperanza en la respuesta del gobierno
Cuando se le consulta sobre las expectativas hacia la respuesta del gobierno una vez obtenido el mapa, Johnson mantiene una postura realista pero firme. “No espero recibir una respuesta positiva, pero seguiré persistiendo. Persistiremos hasta obtener un ‘sí’ para proteger los árboles”, expresa.
Johnson reporta que expuso esta problemática ante las Naciones Unidas, enfatizando la importancia de salvaguardar los derechos de los Pueblos Indígenas.
Es importante resaltar que esta iniciativa tiene como objetivo fundamental mejorar las condiciones de vida y los conocimientos tradicionales de 18 mujeres jóvenes de las tres aldeas indígenas del complejo turístico de Kabalebo, al brindarles oportunidades de trabajo digno.
“Deseamos que nuestros objetivos tengan todas las oportunidades de avanzar hasta que nuestros derechos sean reconocidos. Somos una nación que vive en paz y trabajamos juntos para lograrlo. A pesar de ello, los árboles continúan siendo talados. Nos esforzamos por aprovechar cada oportunidad para proteger a las comunidades indígenas y sus medios de subsistencia,” afirma Johnson.