MÉXICO, Oct 15 (FILAC) – La Casa Colibrí de Yucatán, se ha convertido en un refugio que ofrece protección y apoyo a las mujeres del oriente mexicano. Su labor primordial es velar por el bienestar de aquellas que han sido víctimas de violencia, así como promover un enfoque intercultural en la relación de las jóvenes mujeres mayas con sus cuerpos menstruantes.
El colibrí simboliza esperanza, fortaleza y energía, y con su habilidad de volar puede explorar nuevos horizontes. Desde la creación del primer centro de acogida, se han establecido trece localidades en distintos puntos de la península de Yucatán.
La iniciativa In ts’áakik in wíinkilil yéetel úuchben maaya ts’aak “Sanando nuestro cuerpo desde la medicina ancestral maya” cuenta con el respaldo del Fondo Kolom Noo’ooj y del programa de Juventudes Indígenas del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC), financiado por el Fondo Pawanka y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Este trabajo ha sido crucial para promover el bienestar y empoderamiento de las mujeres, impulsando una visión intercultural y poniendo en valor las enseñanzas ancestrales mayas.
“Las violencias están muy presentes porque al interior de los hogares, al interior de las familias se libran unas tremendas guerras y las que salen mas afectadas son los niños, adolescentes, juventudes y mujeres”, explicó María Candelaria May, fundadora del centro cultural y derechos humanos Casa Colibrí.
El centro cultural y de derechos humanos Casa Colibrí es una iniciativa que surgió en respuesta a la alarmante situación de los derechos humanos en México y la falta de espacios que brinden educación, promoción y defensa en el oriente del estado de Yucatán. Además, se encarga de ofrecer actividades culturales para beneficio de los sectores más desfavorecidos de la región.
Según lo informado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), durante el primer semestre del 2024 se han reportado más de 180 delitos cometidos en contra de las mujeres, incluyendo tres casos de presunto feminicidio y seis homicidios.
Es imprescindible que se entienda que el acompañamiento a las mujeres que han sufrido violencia es una tarea que exige grandes sacrificios de tiempo y recursos por parte de las integrantes de la colectiva.
Ellas están plenamente comprometidas con las mujeres a las que ayudan en el centro. Además de brindarles asesoramiento legal y psicológico, han incorporado en su labor el uso de prácticas ancestrales de sanación propias de las mujeres indígenas. De esta manera, también cuidan de su propio bienestar después de trabajar con las víctimas.
Esta iniciativa es el resultado del trabajo de muchas mujeres, tanto mayas como no mayas, que luchan por una vida libre de violencia para las mujeres. A través de la defensa de sus propios cuerpos y territorios, se han unido para construir este proyecto que, aunque se originó en el municipio de Valladolid, Yucatán, ha expandido su presencia en otros municipios con la fundación de “Casa Colibrí”.
Las personas que forman parte de esta organización feminista maya interseccional, antipatriarcal y antirracista, están firmemente convencidas de que las desigualdades solo pueden ser superadas mediante el compromiso personal y colectivo.
A través de sus experiencias y su formación, brindan apoyo y acompañamiento a aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Además, alzan la voz y se manifiestan en las calles para denunciar la violencia y los abusos por parte de las autoridades, la sociedad y el sistema en general.
“Construimos acciones de cuidado colectivo porque no es algo ligero, siempre tenemos que estar pendientes de escucharnos y tratar de construir sin que la vida se nos vaya a ir en construir porque tenemos familia, porque queremos y amamos esta vida y queremos seguir estando aquí”, expreso María Candelaria.
Reconstruyendo la relación de las jóvenes mujeres mayas con sus cuerpos en etapa de menstruación
Esta iniciativa tiene como objetivo reconstruir la relación de las jóvenes mujeres mayas con sus cuerpos menstruantes. Según María Candelaria, las ancestras mayas mantenían una relación armoniosa con sus cuerpos y su proceso de menstruación.
Heredaban prácticas y consejos de generación en generación, como bañarse con agua tibia al comenzar el periodo para evitar la frialdad en el cuerpo y el vientre, abstenerse de consumir limón y piña para reducir la intensidad y el dolor del sangrado, evitar el consumo de coco para prevenir interrupciones en el periodo, y evitar comidas picantes o condimentadas para evitar cambios en el flujo y malestares.
“Tenemos la necesidad de contactar con la naturaleza y estar a la escucha del propio cuerpo. La arteterapia menstrual es para sentirnos mas ligeras, mas descargadas, en la misma escucha de la sabiduría de nuestras ancestras recurrimos a esta parte tan noble de la salud”, expreso Chan Núñez.
También se aconsejaba no lavarse el cabello en horas tardías del día, ya que se creía que la humedad en el cabello podría enfriar el útero. Caminar descalza también se consideraba peligroso, ya que la frialdad del suelo podría afectar al útero.
Además, se recomendaba tomar infusiones calientes o tibias de plantas consideradas como alivio en los días del periodo. Se alentaba a continuar con las actividades diarias para evitar la formación de coágulos en el sangrado.
Desafortunadamente, estas prácticas y recomendaciones han caído en desuso. La mirada eurocéntrica y dominante sobre el cuerpo se ha impuesto en las representaciones sociales de niñas, adolescentes y jóvenes mayas. Esto ha llevado a que se rechace el cuerpo propio, se busque cumplir con estereotipos dominantes de belleza, como la delgadez, la “belleza” y la piel clara.
Además, se ha inculcado que los fluidos corporales, especialmente la sangre menstrual, son vergonzosos. Como resultado, en la actualidad, la relación armónica que las ancestras mantenían con sus cuerpos ha sido casi totalmente reemplazada entre las jóvenes mujeres mayas.
“Las industrias farmacéuticas solamente están creando basura para nuestros cuerpos, silencia por momentos lo que podemos sentir con la menstruación, pero recurrir a la medicina ancestral para todas es lo más importante porque está al alcance de todas”, señaló Chan.
Jardines botánicos cultivados por mujeres
De acuerdo con la colectiva el uso y promoción de la medicina tradicional va en contra del sistema capitalista, ya que se basa en el consumo de recursos propios, sin depender de medicamentos o productos de higiene del mercado industrial.
Consideran que es imperativo que las mujeres mayas jóvenes establezcan un diálogo con las abuelas y aprendan de los consejos transmitidos por ellas. Esto incluye la creación de jardines botánicos para cultivar las plantas que pueden ser útiles en los procesos menstruales, disminuyendo los malestares que puedan surgir y aprendiendo otros consejos útiles para el periodo.
Chan cree que es esencial que se promueva una interacción lúdica con las plantas curativas, así como también la recopilación y sistematización del conocimiento de las sabias abuelas y de las comunidades donde viven. En este sentido, se realizaron exposiciones fotográficas y escritas para difundir este conocimiento valioso.
Como parte de esta iniciativa, se planeó crear un jardín botánico en la Casa Colibrí, con plantas mayas seleccionadas por su utilidad en la gestión menstrual. Este jardín servirá como base y puente para que las participantes puedan cultivar su propio jardín en casa.
También se fomentarán círculos intergeneracionales para hablar sobre la menstruación, paseos botánicos para conocer las plantas locales con propiedades curativas, y la elaboración de compresas reutilizables, entre otras acciones que contribuyan a una relación más armónica y saludable con el cuerpo y procesos menstruales.
“Desde Casa Colibrí queremos que las personas puedan tener herramientas para generar esos espacios de dialogo en sus casas y entre todas puedan compartir con sus hijas, hermanas, vecinas. Uno de los elementos importantes es conocer las historias, conocer sus nombres y generar los vínculos de contención y de escucha colectivo”, dijo Guadalupe May.
A través de colectivos locales, se llevaron a cabo bazaritas disidentes en cinco municipios, donde se brindó información sobre la gestión menstrual y se vendieron hierbas medicinales y otros insumos.
Su mayor objetivo es armonizar la vida de las mujeres mayas a través de un diálogo intergeneracional que fomente la recuperación de la medicina ancestral maya, la construcción de jardines botánicos y la creación de insumos ecológicos para la gestión menstrual. Con esto, buscan que las mujeres se apropien de su periodo como un proceso natural, saludable y valioso, rompiendo con la estigmatización que rodea a la menstruación.