“Amí me tocó. Yo tenía eso”, dice Mónica Keragama, una joven indígena de 20 años que hace parte de la comunidad emberá katío de Pueblo Rico, Risaralda. Cuando dice “eso”, Mónica, tímidamente, se refiere al clítoris. Ella no lo tiene. Se lo quitaron cuando era una bebé.
La mayoría de personas muestran en su cara un gesto de dolor cuando oyen hablar de mutilación genital femenina, llamada también entre estas comunidades como “cortar el callo” o “curación”. La pregunta inmediata que surge en muchos es ¿cuál es la razón para practicar la ablación? A lo que Mónica responde con lo que le han explicado sus ancestros: “Que porque eso crece, que da arrechera; esa es la razón”.
Fuente/Eltiempo/Másinformaciónaquí