El planeta vive gracias a unos pocos. El ochenta por ciento de la biodiversidad terrestre la custodia un puñado de pueblos nativos. Mientras tanto, el mundo más civilizado no para de levantar muros de manera indiscriminada contra los migrantes. La Amazonia, por ejemplo, es el principal pulmón del planeta y, en realidad, nadie se preocupa por su protección y preservar la vida de sus indígenas que, a su vez, cuidan de esa selva.
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